9.6.10

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Nadie puede ayudarme a llevar esta cruz, nadie me podrá acompañar en esta tribulación. Sólo quiero que me destruyas, buscarte a ciegas en la oscuridad, entre las olas, casi pensar que puedo romper el invisible mar que nos separa y ser tuyo, sin que nada más me ate, que me lleves de la mano escalera abajo hasta las habitaciones misteriosas del infierno y estallar, romperme, volar, volar y luego repartirme sereno y silencioso en la nube donde no soy nada y nadie puede verme.

Me haces pensar que vale algo el fracaso insultante que soy, la derrota irremediable de mis días tienen sentido y será por eso que te pertenezco desde siempre o quizá pertenezco sólo a lo que crees que soy, amo sólo lo que creo que eres.

Quiero que seas eternidad, imaginar que nunca te perderé, emborracharme un momento otra vez con esa falsa esperanza y sentir por unos segundos, los instantes preciosos de la erupción que he dejado de ser la peor persona que vivió en este mundo.

Domíname, vénceme, atrápame y átame con la enredadera del vicio y luego sácame por fin de las tinieblas en las que nado para arrastrarme a la luz, a la luz cegadora y blanquísima, haz que los cimientos de la realidad se tambaleen otra vez mientras hago el amor con lo que imagino que eres.

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