21.5.10

Resultado

A veces, cuando me esfuerzo mucho, logro permanecer en el sillón hasta que pierdo los brazos y las piernas. Me produce una satisfacción conseguirlo: desaparecen mis extremidades y la cabeza poco a poco se me une al cuerpo, la cintura se ensancha hasta que se disuelven mis caderas.

Cuando quiero darme cuenta una película viscosa y como húmeda ha envuelto mi cuerpo, primero el tronco, luego lo que de mi cráneo queda. Veo que soy blando, informe e indefinido y comienzo a escurrirme butaca abajo dejando tras de mí un brillante reguero de baba.

Caigo al suelo como cansado, como desplomado y quien me viera diría que lo paso mal pero soy feliz. Pienso que resulto repugnante y cuando comienzo a resbalar sobre el piso observo entusiasmado que me han salido antenas.

Con ellas voy palpando y así encuentro mi camino hacia algún escondido agujero donde me ocultaré, en medio de la más absoluta oscuridad y la viscosidad de las paredes para hacerme uno con la humedad de lo podrido y alimentarme con el hedor del detritus. Soy un gusano.

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